martes, 31 de mayo de 2016

"Danzas Circulares"

Ellas se remontan a las primeras comunidades humanas y su práctica afirma el sentido comunitario de un grupo de personas; con ellas se experimenta un claro sentimiento de integración entre la música, el movimiento y la naturaleza. El círculo es una forma arquetípica y ancestral, los seres humanos se han reunido a danzar, cantar, conversar, invocar, celebrar, despedir, dar bienvenidas, manifestar emociones, pedidos y agradecimientos. Son simples y pueden ser bailadas por cualquier persona sin necesidad de capacidades especiales o experiencia previa, no se persigue un objetivo de perfeccionamiento técnico. Bailan niños, adultos y ancianos, compartiendo y percibiendo la presencia del otro con su calidez y su tono muscular. La propuesta es estimular la comunicación no verbal, la participación, la interacción.



Bailar en grupo, dándonos la mano nos da seguridad. Las Danzas Circulares, nos dan un sentido de pertenencia grupal o comunitaria. Aprender a danzar en círculo es aprender a caminar con otros. “El círculo no tiene cabeza ni cola, y todos los puntos son necesarios para formarlo”.Además mejoran la relajación y coordinación física, incentivan la observación y la concentración, incrementan la motivación y el buen humor, predisponen al trabajo en equipo.Al ser una actividad esencialmente grupal y no competitiva, proporciona la oportunidad de trascender las diferencias sociales, culturales y personales.Toda relación en grupo enriquece, porque crecer, madurar, aprender, se da básicamente a través de las relaciones. La música, el cuerpo y la emoción son los ejes a través de los cuales el grupo se relaciona y aprende.Lo que realmente importa es el desarrollo integral como personas, donde pensar, sentir y actuar, vayan en un mismo sentido y no sean partes nuestras disociadas. Conocer estas danzas es un enriquecimiento personal y una ampliación de los recursos educativos.

martes, 17 de mayo de 2016

“El cuerpo como mediador en los primeros encuentros de la infancia: La vinculación afectiva y cultural.”

Este año tuve la suerte de poder asistir al noveno encuentro de la Organización de la Educación Preescolar (OMEP). La primer conferencia que pude presenciar fue la de Ángeles Ruiz de Velasco Galvez, doctora en Pedagogía, psicomotricista y profesora titular de educación infantil, mencionada en el posteo anterior, en la cual habló sobre “El cuerpo como mediador en los primeros encuentros en la infancia: la vinculación afectiva y cultural”.
Antes de comenzar a relatar lo escuchando en la conferencia, quisiera hacer una pequeña introducción con un fragmento tomado de el texto: “Desarrollo emocional. Clave para la primera infancia” de UNICEF, que se relaciona con el tema:

“El niño tiene, desde su nacimiento, la capacidad fundamental de relacionarse socialmente. Pero podrá desarrollarla, siempre y cuando haya alguien, el cuidador primario, disponible para establecer esta relación social. Por eso, se puede pensar que para el bebé no es posible desarrollarse en soledad.
El bebé nace en un estado de indefensión tal que para sobrevivir, constituirse en ser humano y desarrollar su potencialidad genética necesita de otras personas que le provean todo aquello que es necesario, ya que no puede hacerlo por sí mismo. Los niños pequeños, al presentar una estructura psíquica inmadura en formación, se encuentran en un estado de gran fragilidad.
Las experiencias afectivas con sus cuidadores primarios en los primeros años de vida tienen una enorme influencia a favor del desarrollo cognitivo, social y emocional, íntimamente relacionados.”

Al inicio Ángeles, comienza hablando sobre que el ser humano al nacer, pasa de un medio acuático (el líquido amniótico) a un medio aéreo que está lleno de símbolos, con estímulos visuales y auditivos que provocan en él mal estar, el cual es intransferible. Para poder ayudarlo, hace falta un cuerpo (que cumpla el rol materno), el cual el bebé busca para superarlo. Este encuentro se logra a través del cuerpo biológico, que nos permite acercarnos a los demás.

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Es paradójico ya que es necesario tener ese mal estar para poder lograr el encuentro con el otro, que nos va a hacer sentir bien, por ejemplo: al tener hambre, el encuentro con el pecho materno reconforta al bebé. Esa falta, es necesaria para el ser humano, ya que lo impulsa a interesarse por el mundo, va a ser el motor de vida, búsqueda e inquietud. Si viviéramos en plenitud, no buscaríamos nada y esa búsqueda es una condición humana, siempre en relación con el otro, porque solo con ese otro vamos a sentir que somos uno mismo.


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El sentimiento del yo se adquiere, es esa sensación que permite saber que uno es uno y que no es uno. El yo y el no yo, es esa emoción siempre está provocada x la idea que cada uno sea de sí mismo bajo la mirada de un otro. No se puede construir un yo si no existe otro a nuestro lado.
Al nacer, el niño recién nacido siente que es, pero no sabe que es, tiene una sensación pero esa es una sensación de vida en la cual está en el origen de la sexualidad, que no es lo mismo que tener la sensación de estar vivo, o sea sentir que existo como persona.

Cuando el niño empieza a mirarse las manos, empieza a llevarse el pie a la boca podemos darnos cuenta que siente que es “YO mismo”, que en compañía de un otro se ha ido construyendo su propio yo, su sí mismo, su individualidad.

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Ese otro impregna a el Yo del bebé con  su discurso social y a su vez le va a dar un sentido a el/la niño/a, por ejemplo al ponerle un nombre, dándole una historicidad y humanizándolo.
Luego, habló acerca de la mente, que se desarrolla siempre a partir del cuerpo,  ya que el bebé al relacionarse con otro, con su cuerpo, el cual tiene historia y la transmite, se hace humano. Ese cuerpo historizado, ya tiene relatos de vida cargados de ideas y vivencias. Ese otro, le dá sentido a las señales que el bebé emite, que exterioriza. De esta forma el bebé pasa de un mundo sensorial a un mundo semantizado, ya que su cuerpo ya no es únicamente biológico, abriéndole la posibilidad de realizar otros encuentros, haciéndolo más fácil.
volviendo a la plenitud y la falta, Ángeles lo relaciona con presencia y ausencia, la alternancia de ambos y la ausencia considerada como “vacío”, es decir, algo que existe cuando antes ha habido una presencia y ahora no está, si esa presencia no existiera, ese vacío no sería nada.
En ese vacío, ese hueco, esa falta, es dónde el/la niño/a empieza a construir su psiquismo, llenándolo con sus ideas, es decir sustituyéndolo por símbolos y luego por signos, permitiéndole mantener el vínculo.

Al quedarse solo/a, el/la niño/a sabe cómo evocar a esos sujetos ausentes, ya que los empieza a recordar. Siempre encuentra la manera de llenar esos vacíos, aunque sea físico, lo completa mentalmente, con sus propias ideas.



Luego, continúa hablando sobre el/a niño/a pre verbal, que comprende que puede hacerse entender mediante actuaciones. El cuerpo forma un signo y el/la mismo/a sabe que puede entrar en el mundo mental de un adulto e influir sobre él, puede dirigir la mirada del adulto y su pensamiento hacia lo q él quiere. Da como ejemplo el juego de: “¿Dónde estás?, ¡Acá estás!”, en el cual el/la niño/a sabe que está el adulto pero no lo ve, lo imagina, y espera hasta que aparezca, al hacerlo  se produce la victoria epistemológica del niño porque puede confirmar lo esperado que es que el adulto estaba ahí. Con este juego los niños actúan sobre el mundo mental del otro, porque cuando desaparecen sabe que el otro lo está esperando.

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Los/as niños/as pueden codificar gestos para influir sobre las emociones y significaciones del adulto: “yo te tapo, te hago desaparecer, mientras no estas te invento te imagino y tengo la potestad de hacerte aparecer cuando yo quiera, e influyo sobre tus emociones porque vos vas a esperar a que yo te haga aparecer”.
También nombra los juegos de caída que son los juegos donde se comparten los acontecimientos, haciéndonos pensar que estamos juntos en algo, que comprendemos lo mismo. El ser humano, impregna de sentido todo lo que hace y para convertirlo en un símbolo es necesario experimentar sensaciones parecidas q nos permitan coexistir. El juego nos permite saber que estamos conectados a traces de lo mental “yo hago lo mismo q tú y comprendo que es lo q tú estás haciendo“.
Para concluir, comenta que los juegos son la puesta en escena de las representaciones, es decir que los/as niños/as juegan para comprobar que sus ideas funcionan en las practicas, “Ej: “yo creo que este círculo encaja en el agujero y es verdad encaja, lo comprueba, funciona”. A su vez, crean zonas transicionales para experimentar y exteriorizar su mundo interno y a su vez interiorizar la realidad externa, aquello que no entienden muy bien.
Por este motivo, la escuela debería favorecer los encuentros de los/as niños/as, que les permiten encontrarse con el mundo y a su vez, favorecer los vacíos, los momentos en los q se quedan solos para construir su psiquismo, sus ideas para que tengan sus propios proyectos de vida y no los nuestros. Por eso es importante replantearnos, ¿qué es lo importante que falte para que sean ellos lo que lo completen?, si se lo damos todo hecho, ¿qué falta?, ¿qué buscan?Es importante que tengamos en cuenta educativamente hablando que ese vacío, frustración, postergación, son necesarios para dar impulso a la vida psíquica.
Para llegar a esto hay que cambiar algunas concepciones o ideas que tenemos, ya que actualmente se vive mal que el niño sufra y se busca que el niño sea siempre feliz, pero tenemos que comprender que de esa manera no se puede dar impulso a la vida psíquica. El niño tiene que esperar y defraudarse para construir psiquismo.
  

“En la Educación de la Primera Infancia es imposible trabajar sin tener en cuenta el cuerpo de los niños, y sin implicar, ofrecer y ´poner el cuerpo´ del adulto en la tarea de la enseñanza” - OMEP