Este año tuve la
suerte de poder asistir al noveno encuentro de la Organización de la Educación
Preescolar (OMEP). La primer conferencia que pude presenciar fue la de Ángeles
Ruiz de Velasco Galvez, doctora en Pedagogía, psicomotricista y profesora
titular de educación infantil, mencionada en el posteo anterior, en la cual
habló sobre “El cuerpo como mediador en los primeros encuentros en la infancia:
la vinculación afectiva y cultural”.
Antes
de comenzar a relatar lo escuchando en la conferencia, quisiera hacer una
pequeña introducción con un fragmento tomado de el texto: “Desarrollo
emocional. Clave para la primera infancia” de UNICEF, que se relaciona con el
tema:
“El
niño tiene, desde su nacimiento, la capacidad fundamental de relacionarse
socialmente. Pero podrá desarrollarla, siempre y cuando haya alguien, el
cuidador primario, disponible para establecer esta relación social. Por eso, se
puede pensar que para el bebé no es posible desarrollarse en soledad.
El
bebé nace en un estado de indefensión tal que para sobrevivir, constituirse en
ser humano y desarrollar su potencialidad genética necesita de otras personas
que le provean todo aquello que es necesario, ya que no puede hacerlo por sí
mismo. Los niños pequeños, al presentar una estructura psíquica inmadura en
formación, se encuentran en un estado de gran fragilidad.
Las
experiencias afectivas con sus cuidadores primarios en los primeros años de
vida tienen una enorme influencia a favor del desarrollo cognitivo, social y
emocional, íntimamente relacionados.”
Al
inicio Ángeles, comienza hablando sobre que el ser humano al nacer, pasa de un
medio acuático (el líquido amniótico) a un medio aéreo que está lleno de
símbolos, con estímulos visuales y auditivos que provocan en él mal estar, el
cual es intransferible. Para poder ayudarlo, hace falta un cuerpo (que cumpla
el rol materno), el cual el bebé busca para superarlo. Este encuentro se logra
a través del cuerpo biológico, que nos permite acercarnos a los demás.

Es
paradójico ya que es necesario tener ese mal estar para poder lograr el
encuentro con el otro, que nos va a hacer sentir bien, por ejemplo: al tener
hambre, el encuentro con el pecho materno reconforta al bebé. Esa falta, es
necesaria para el ser humano, ya que lo impulsa a interesarse por el mundo, va
a ser el motor de vida, búsqueda e inquietud. Si viviéramos en plenitud, no
buscaríamos nada y esa búsqueda es una condición humana, siempre en relación
con el otro, porque solo con ese otro vamos a sentir que somos uno mismo.

El sentimiento del yo se adquiere, es esa sensación que permite saber que uno es uno y que no es uno. El yo y el no yo, es esa emoción siempre está provocada x la idea que cada uno sea de sí mismo bajo la mirada de un otro. No se puede construir un yo si no existe otro a nuestro lado.
Al
nacer, el niño recién nacido siente que es, pero no sabe que es, tiene una
sensación pero esa es una sensación de vida en la cual está en el origen de la
sexualidad, que no es lo mismo que tener la sensación de estar vivo, o sea
sentir que existo como persona.
Cuando
el niño empieza a mirarse las manos, empieza a llevarse el pie a la boca
podemos darnos cuenta que siente que es “YO mismo”, que en compañía de un otro
se ha ido construyendo su propio yo, su sí mismo, su individualidad.

Ese
otro impregna a el Yo del bebé con su discurso social y a su vez le
va a dar un sentido a el/la niño/a, por ejemplo al ponerle un nombre, dándole
una historicidad y humanizándolo.
Luego,
habló acerca de la mente, que se desarrolla siempre a partir del cuerpo, ya
que el bebé al relacionarse con otro, con su cuerpo, el cual tiene historia y
la transmite, se hace humano. Ese cuerpo historizado, ya tiene relatos de vida
cargados de ideas y vivencias. Ese otro, le dá sentido a las señales que el
bebé emite, que exterioriza. De esta forma el bebé pasa de un mundo sensorial a
un mundo semantizado, ya que su cuerpo ya no es únicamente biológico,
abriéndole la posibilidad de realizar otros encuentros, haciéndolo más fácil.
volviendo a la plenitud y la falta,
Ángeles lo relaciona con presencia y ausencia, la alternancia de ambos y la
ausencia considerada como “vacío”, es decir, algo que existe cuando antes ha
habido una presencia y ahora no está, si esa presencia no existiera, ese vacío
no sería nada.
En ese vacío, ese hueco, esa falta,
es dónde el/la niño/a empieza a construir su psiquismo, llenándolo con sus
ideas, es decir sustituyéndolo por símbolos y luego por signos, permitiéndole
mantener el vínculo.
Al quedarse solo/a, el/la niño/a sabe
cómo evocar a esos sujetos ausentes, ya que los empieza a recordar. Siempre
encuentra la manera de llenar esos vacíos, aunque sea físico, lo completa
mentalmente, con sus propias ideas.
Luego,
continúa hablando sobre el/a niño/a pre verbal, que comprende que puede hacerse
entender mediante actuaciones. El cuerpo forma un signo y el/la mismo/a sabe
que puede entrar en el mundo mental de un adulto e influir sobre él, puede
dirigir la mirada del adulto y su pensamiento hacia lo q él quiere. Da como
ejemplo el juego de: “¿Dónde estás?, ¡Acá estás!”, en el cual el/la niño/a sabe
que está el adulto pero no lo ve, lo imagina, y espera hasta que aparezca, al
hacerlo se produce la victoria epistemológica del niño porque puede
confirmar lo esperado que es que el adulto estaba ahí. Con este juego los niños
actúan sobre el mundo mental del otro, porque cuando desaparecen sabe que el
otro lo está esperando.

Los/as
niños/as pueden codificar gestos para influir sobre las emociones y
significaciones del adulto: “yo te tapo, te hago desaparecer, mientras
no estas te invento te imagino y tengo la potestad de hacerte aparecer cuando
yo quiera, e influyo sobre tus emociones porque vos vas a esperar a que yo te
haga aparecer”.
Para
concluir, comenta que los juegos son la puesta en escena de las
representaciones, es decir que los/as niños/as juegan para comprobar que sus
ideas funcionan en las practicas, “Ej: “yo creo que este círculo encaja en
el agujero y es verdad encaja, lo comprueba, funciona”. A su vez,
crean zonas transicionales para experimentar y exteriorizar su mundo interno y
a su vez interiorizar la realidad externa, aquello que no entienden muy bien.
Por
este motivo, la escuela debería favorecer los encuentros de los/as niños/as,
que les permiten encontrarse con el mundo y a su vez, favorecer los vacíos, los
momentos en los q se quedan solos para construir su psiquismo, sus ideas para
que tengan sus propios proyectos de vida y no los nuestros. Por eso es
importante replantearnos, ¿qué es lo importante que falte para que sean ellos
lo que lo completen?, si se lo damos todo hecho, ¿qué falta?, ¿qué buscan?. Es
importante que tengamos en cuenta educativamente hablando que ese vacío,
frustración, postergación, son necesarios para dar impulso a la vida psíquica.
Para
llegar a esto hay que cambiar algunas concepciones o ideas que tenemos, ya que
actualmente se vive mal que el niño sufra y se busca que el niño sea siempre
feliz, pero tenemos que comprender que de esa manera no se puede dar impulso a
la vida psíquica. El niño tiene que esperar y defraudarse para construir
psiquismo.
“En la Educación de la Primera
Infancia es imposible trabajar sin tener en cuenta el cuerpo de los niños, y
sin implicar, ofrecer y ´poner el cuerpo´ del adulto en la tarea de la
enseñanza” - OMEP
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