miércoles, 1 de junio de 2016

Bailamos juntos...

Entre todas las experiencias de las que pude formar parte durante mi paso por la Omep, una de las más interesantes fue cuando participé de las Danzas Circulares dirigidas por Pablo Karpp, en mi publicación anterior hablé un poco de él.
Nos encontrábamos en el patio y un hombre se acercó, hacía mucho frío y nos encontrábamos todos sentados buscando los rayos de sol. Esta persona, nos invitó a que nos unamos tomándonos de las manos. Si bien sabía la propuesta que había en ese horario y en ese lugar, no tenía idea de que se trataba. Comenzó a sonar música, que a mi parecer era Irlandesa, era alegre e invitaba a ser partícipe de eso que estaba pasando. Al principio Éramos solo algunos pocos, los que nos animábamos a unirnos. Era mi primera experiencia, yo nunca había participado, ni había visto este tipo de danza.
Comenzamos a girar al ritmo de la música, solo eran movimientos sencillos, la gente se iba uniendo. Pablo acompañaba corporalmente sus palabras y movimientos. Nos movíamos tomados de las manos en diferentes direcciones, para la izquierda y para la derecha, pausadamente y un poco más rápido.
Al finalizar la primer danza ya se había sumado bastante gente, el clima era alegre y de disfrute. Comenzó a sonar la segunda canción, comenzamos a movernos de la misma forma, para un lado y para el otro, algunos pasos eran un poco más rápido que antes con momentos de detención. Dábamos dos pasos para adelante, uno para atrás, acompañando siempre rítmicamente la música, nos soltábamos las manos y nos uníamos. Estábamos todos conectados, sincronizados con lo que teníamos que hacer.
Movíamos los pies, nos uníamos en el centro, la ronda se hacía pequeña y luego nos abríamos, volviendo al tamaño de la ronda original, lo repetíamos algunas veces.  Los brazos se elevaban y luego descendían. Girábamos, éramos una gran unidad danzando al ritmo de la música.
La parte que más me gustó y me pareció interesante fue casi llegando al final de la actividad, cuando Pablo propuso que demos una vuelta repitiendo un poco los movimientos anteriores, la ronda había aumentado y para esta altura ya éramos muchas-os los participantes, ocupábamos casi todo el patio y la gente alrededor observaba y sonreía. Comenzamos a movernos, para un lado y para el otro, hasta que en un momento Pablo se soltó de una mano y comenzó a hacer los mismos movimientos pero distanciado de la otra persona, ya no éramos una ronda, sino que nos habíamos transformado en una larga “soga humana”. Continuamos moviéndonos , sin chocarnos, ni estorbarnos, hasta que en un momento habíamos formado un gran espiral, los movimientos acompañaban la música, su ritmo, adelante podías observar a personas haciendo lo mismo que vos, cerca, no lejos como al principio. El espiral se movía, avanzaba y retrocedía.
En un momento Pablo,  se cruzó y pasó por debajo de una unión, por increíble que parezca, en ningún momento chocamos con el otro, continuamos haciendo los movimientos, dos pasos para adelante, uno para atrás. Éramos muchas personas y a este punto desde dónde yo estaba no podía ver a la última persona de la enorme cadena. Nos fuimos moviendo durante un largo rato, Pablo pasaba por debajo de distintas uniones, pero nunca nos enredábamos. Poco a poco que el espiral comenzó a separarse, abrirse, volviendo a su forma original, al principio no era una ronda, pero mientras danzábamos comenzamos a formarla nuevamente hasta volver a ser un gran círculo.
Para finalizar nos movimos de un lado a otro, de izquierda a derecha, dando pasos cortos o marchando lateralmente. Ya no hacía frío, ya nadie tenía vergüenza, todos formábamos parte de eso que estaba pasando y lo disfrutábamos.

Esta fue mi primer experiencia, formando parte de una danza circular. Al principio, me sentí un poco extraña ya que no sabia de que se trataba, pero para el final no quería que termine. Fue una experiencia muy linda, dónde todos, nos unimos para compartir algo, dónde no importaba a quién tenías al lado, lo importante era compartir eso que estaba pasando.

Encontré en un blog una pequeña explicación, de lo que yo sentí que pasó ese día, en ese momento y que define este tipo de danza y lo que provoca el participar de ella:

“Danzamos porque nos gusta, es una forma de conocer gente, es una especie de juego con misterios y sanación. Cuando hay un encuentro sientes que el cuerpo se afloja, logras moverte con la música y dejas de pensar. Dejas de pensar en la cotidianidad de la vida. Danzamos para tomarnos de la mano con los demás, protegernos como tribu, comunidad, al sentirte reconocido por el grupo se regocija el corazón. Nos integramos con el movimiento y con los sonidos y difrutamos el espacio en que reimos, lloramos y liberamos.

La danza circular es motivación, es riqueza corporal y salud.”

"La característica principal que expresan los participantes de las danzas circulares es un sensacion de PAZ, asi, en mayúscula, porque generalmente se manifiesta con una sonrisa y un suspiro.
En estos encuentros encontraras que tu centro es el mismo que el de todos los demás, vivirás un acercamiento a la unidad comunitaria.
Aprenderás de las culturas y sus tradiciones a través de la música y la danza. Conectaras con tu fuerza sutil mientras permaneces en contacto con tu cuerpo. Encontraras que el balance de las energias del cuerpo sucede naturalmente, la sanación entre arriba-abajo, derecha-izquierda, adentro-afuera.
La Danza Circular puede ser realizada a cualquier edad sin necesidad de tener experiencia previa ya que en este taller todos los pasos serán enseñados."


Al principio, por los nervios y la incertidumbre no podía “aflojarme”, pero luego, con la música y el acompañamiento del grupo comencé a hacerlo, sintiéndome que formaba parte de esa unidad, en la cual al principio éramos todos desconocidos pero terminamos siendo uno, un mismo movimiento unido a través de las manos. Fue gratificante esta experiencia, la disfruté y me encantaría volver a formar parte de esta danza en otra oportunidad.


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